martes, 26 de mayo de 2009

LA PEDERASTIA.

La pederastia.

Hasta ahora os ido hablando sobre cosas de la infancia bonitas, pero ahora quiero tocar este tema, ya que desgraciadamente es un tema que está a la orden del día y puede llegar a arruinar la vida de los niños. Que por desgracia son ellos las únicas victimas.

La pederastia, también llamada pedofilia de unas palabras griegas que significan "tendencia a los niños"), supone la existencia de actividades sexuales con niños y niñas prepúberes (generalmente de 13 o menos años de edad). Para que el trastorno se considere como tal, el individuo que lo sufre debe tener, al menos, 5 años más que el niño.

Los pederastas suelen "especializarse", pues les gustan niños o niñas de determinadas franjas de edad. Unos, preferirán niñas, cuyas edades más buscadas están entre los 8 y los 10 años. Otros, buscarán niños, los cuales son seleccionados de mayor edad. También las actividades de los pederastas son variables: los hay que se limitan a desnudar a sus víctimas y acariciarlas. Otros, efectúan actos de sexo oral, anal o vaginal, bien como agentes bien como receptores.

No es extraño que los pederastas pillados o denunciados, busquen excusas acerca de sus intenciones. Pueden explicar que sus acciones tenían "valor educativo", "moralizante" o que las caricias, casuales, estaban hechas "sin malicia". No es extraño que se escuden también en que el niño es "sexualmente provocativo", y que "uno no es de piedra".

No todos los casos acaban en sadismo o en la muerte del niño. Pederastas hay que colman a los niños de atenciones, con el fin de ganarse su "complicidad". Los casos de pederastia con sadismo, deben considerarse como una complejidad, el sadismo, añadida.

Es relativamente frecuente que los pederastas victimicen a niños y niñas de su familia, ahijados o vecinos. También lo es ver casos de preceptores con sus alumnos, especialmente en internados. Muchos de ellos amenazan a sus víctimas con la finalidad de que callen. La amenaza más sutil, y, al mismo tiempo más cruel, es hacer creer al menor que él también es culpable, o que nadie le va a creer si el asunto se sabe.

Especialmente dolorosos son los casos en que el adulto abusa de su condición o de su profesión: padres con sus hijos o hijas, educadores con sus alumnos, entrenadores deportivos con sus jóvenes pupilos…


Por favor debemos de hacer algo, mejor dicho la justicia debe hacer algo. No podemos permitir que arruinen más vidas de niños con toda una vida por delante.

No hay comentarios: